Tuesday, June 28, 2005

Sol del 28 de Octubre.

El sol alumbra para todos, un viernes del año 1983, especialmente a la esperanza de muchos hombres, mujeres, jóvenes y niños, que participaban en la séptima jornada de protesta contra el gobierno de Augusto Pinochet. Se juntaron en la alameda y marcharon hacia el palacio de gobierno. El mes anterior el dictador había dicho a los medios de comunicación: “esta no es una dictadura es una dictablanda”, a raíz de las distintas protestas en su contra que habían empezado ese año, en el cual la economía ya no daba más y el descontento se había sacado el miedo a la represión: era una nueva generación.

Casi imperceptible en un cerro de Valparaíso se asoma una señora de nariz aguileña y pequeños pies, junto a un hombre de anchas espaldas y manos grandes y duras, iba subiendo la cuesta con el astro rey sobre sus cabezas apurados por la premura de la muerte, por la preciosa carga que ella llevaba en su vientre, como los que marchaban ante en la capital, descontentos y aburridos, pero temerosos de sus vidas. Miraban envalentonados por los gritos y la muchedumbre a las fuerzas policiales, que ya empezaban a cercarlos, sus voces eran una sola, con distintos clamores, pero se escudaban en su unión espontánea pero organizada sin más fin que vivir mejor.

Las cosas se ponen color de hormiga cuando se escucha la orden de dispersar a la muchedumbre, los compañeros de lucha resisten, los amigos en esperanza se dispersan amedrentados por el uniforme policial y los carros lanza agua. Gritos de dolor alumbrados por el mismo sol que se escuchaban en el cerro Alegre de una porteña ciudad. Estos eran alentados por una sola palabra puje. La señora de nariz aguileña estaba dando todo de si para escapar del fantasma de la censura que caería en sus palabras alumbradas. El caballero dilucidaba que nombre ponerle a la criatura, si perduraría el suyo o el nuevo resplandor alumbraría su cabeza.

Atochado contra las paredes de las callejuelas aledañas a la avenida principal, todos trataban de escapar; contra las paredes del útero todo era viscoso y algo nuevo entraba por las narices, era oxigeno para los pulmones, era gas lacrimógeno para sus pupilas, sus ojos lloraban y escapaba de los policías, palos vienen y palos van, logra salir del túnel ve a un hombre de verde siente la palmada en el trasero, llora de emoción. Escucha ruido a sus espalda y corre cada vez más fuerte siente todavía en sus posaderas el dolor del golpe. Se detiene en los brazos de su madre, la siente, la huele, escucha su voz angelical que le preguntaba: -“¿como se encuentra señorcito?”- era la vecina de su casa que le tendía una mano, y le ofrecía resguardarse en su negocio. Estaba acurrucándose para dormir, cuando aparece nuevamente el hombre de verde, lo toma en sus brazos y lo lleva a una sala llena de pequeñas personitas, iguales que él indefensos, temerosos, hijos de hombres de negocios, de obreros, de caminantes de pequeños pies, hombros anchos o de narices aguileñas; presos y alumbrados por el mismo sol de un viernes 28 de octubre de 1983.

5 comments:

con. said...

De verdad fue así cómo naciste?

Bueno el paralelismo entre manifestantes deslizándose por los muros de callejones y el niño saliendo a ese lugar desde dentro, con una presión similar, con golpes similares, con esfuerzos similares, con llantos similares. La diferencia estaba en la connotación. Lindo.

Ah! y con lo que dijo Pinochet me acordé de Tengo Miedo Torero de Lemebel. Lo leí en un par de días de aburrimiento y me parecía demasiado divertida la ridiculización que le hace a este caballero. Como Chaplin en El Gran Dictador. Incomparables, por supuesto.

Saludos!

Aurora said...

Buen relato!
El hombre de verde... jajaja uno sacaba a una personita y el otro metía personas al camión... me gustó.

Sí, lo que dice Pinochet es como sacado de Tengo miedo Torero... qué libro más entretenido y fácil de leer... te matas de la risa suponiendo que es todo cierto lo que hablan de Pinochet... lo mejor, el cumpleaños de cabro chico!
en fin...
salu2

con. said...

Oh! sí, que hermoso era el cumpleaños!

De verdad, que ganas de tener uno así ahora.

buda28 said...

en ese dia naci pero en otro lugar... jejejeeje... mi nacimiento no tenia nada anormal asi que quize darle mas dramatismo con las manifestaciones...

con. said...

jajajaja, claro, que ingenua!!

Pero me agrada la ingenuidad, así las experiencias resultan más atractivas, más llenas de sensaciones. Una vez llevé una caja a la universidad. Una caja de zapatos y un compañero me preguntó que qué era lo que allí llevaba. Los conejos que vomitaba el hombre del que nos hablaron, dije. Él se sorprendió y corrió a buscar a la niña que nos había comentado el cuento de Cortázar. le contó lo que recién le había dicho y estuvimos muchísimo rato imaginando que en la caja habían diez conejos vomitados al nacer. Él me decía: pero cómo van a caber diez conejos en esa caja. Obvio que caben, es una caja de fondo expandido. Ah! así como Mary Poppins. Sí, algo así. Ooooohhh, Coni, regálame uno. A mí también, yo quiero varios. A ver, a ver, abran la caja e intenten encontrarlos en ese fondo oscuro...

Expresiones de júbilo en una tarde asquerosa de fin de año, calurosa y sola en el taller.